Como finalmente ayer no recibí la llamada del Duque para celebrar juntos un tierno 28 cumpleaños, sentí la necesidad de ahogar mis penas rodeada de juventud y música, y allá me fui, al Palacio de los Deportes, para ver a los Tokio Hotel dentro de su gira Humanoid City.
Mi prima la del pueblo llevaba dos semanas acampada -a turnos con sus amigas- a las puertas del lugar en cuestión, y me coló en el concierto de los alemanes, unos tipos un poco raros que, la verdad, dan un poco de miedito. Parecen llegados de otro planeta, con esa estética tan ¿futurista?, ¿manga?, ¿glam?... No sé, pero si me los encuentro en un callejón, salgo por patas.
Total, que mi prima la del pueblo, que venía de su concierto de Barcelona, me convenció y descubrí a un bastante potable Bill Kaulitz, enfundado en un traje de cuero, marcando hasta los pelillos del sobaco, y una especie de armadura de pinchos metálicos que me pusieron un montón. En medio del espectáculo, muchas luces, fuego y humo consiguieron que el ambiente fuese si cabe más erótico para una Purita en horas bajas a la que no le importaría asaltar en ese momento a una banda de veinteañeros.
Mi prima la del pueblo llevaba dos semanas acampada -a turnos con sus amigas- a las puertas del lugar en cuestión, y me coló en el concierto de los alemanes, unos tipos un poco raros que, la verdad, dan un poco de miedito. Parecen llegados de otro planeta, con esa estética tan ¿futurista?, ¿manga?, ¿glam?... No sé, pero si me los encuentro en un callejón, salgo por patas.
Total, que mi prima la del pueblo, que venía de su concierto de Barcelona, me convenció y descubrí a un bastante potable Bill Kaulitz, enfundado en un traje de cuero, marcando hasta los pelillos del sobaco, y una especie de armadura de pinchos metálicos que me pusieron un montón. En medio del espectáculo, muchas luces, fuego y humo consiguieron que el ambiente fuese si cabe más erótico para una Purita en horas bajas a la que no le importaría asaltar en ese momento a una banda de veinteañeros.
Me animé, hasta donde pude, pero finalmente Bill se subió a bordo de la nave espacial, sin dejar rastro, tan sólo a un montón de fans absolutamente desesperadas.
P.D.: Call me Bill. 696 696 6969.
/Fuente/
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